JUNIO 2022
Galeria Machacoya
exposición "Marcos".
Exhibición de marcos de madera nativa, reciclada y embellecida. En Galería Machacoya, Puerto Varas. Cuando uno piensa en la palabra ‘marco’, término tan polisémico que refiere a tantos posibles y diferentes continentes, también refiere al concepto con el que entendemos que este rodea, constriñe, que encierra, que guarece y guarnece, que fija y que limita. Que mide y es patrón de medida y ha sido medida de valor. Yo gusto más mirar al concepto ‘marco’ así como son ventanas y puertas también con sus marcos, pero igual lugares por dónde mirar al cerca y el lejos, al afuera y al adentro, por donde transitar a otro territorio, espacio, paisaje o mundo. Por donde cruzar los muros, las cercas y las rejas. Cuanta línea de literatura ha sido escrita con esta palabra que puede implicar abertura, apertura y libertad. Vuelven siempre a mi imaginación las ventanas en ambos extremos del tablón donde Talita indecisa debe optar entre Horacio o Traveler, o mejor dicho, entre los mundos e imaginarios que cada uno de ellos le ofrecen, en el capítulo 41 de ‘Rayuela’. Pero quizá haya una dimensión más intrigante que a lo menos debe indisponer a los marcos, y más aún, se les opone, los contraría y contradice: es el caso de los espejos, que son enmarcados con severidad en todo lo bidimensional de su expansión pero no puede serlo en lo tridimensional.
Ese artilugio de la tecnología antigua -tan mágico como misterioso- tan adorado como repelido, se inventó hace 200 años por la experimentación del químico Justus Von Liebig quien aplicó de una delgada capa de nitrato de plata en una de las caras de un vidrio generando el efecto de reproducción de la imagen, reflejando la luz con la misma luminosidad que la que le incide, invirtiendo la imagen, y estando nosotros misteriosamente siempre detrás de esa proyección. Desde la victoriana supersticiosa Gran Bretaña, se induce que cuando los muertos fueren velados -antes de que se celebrase el funeral- todos los espejos de la casa fueran cubiertos con un velo para evitar que ese reflejo atrapara el alma del recién fallecido y no lo dejara ir. Desde los espejos de la Mesopotamia o los del pueblo Maya, de metales y piedras bruñidas, hasta el que nos mira incrédulo hoy en la mañana, casi siempre han estado enmarcados. Al final es el marco el que nos concentra, el que nos exige -no sé si cordura o locura- pero es el que nos apela a mirar lejos, más allá o más adentro de nosotros, que es casi lo mismo. Iván Cárdenas González, 2022.